ahora lo sé, también soy mala con las palabras
ahora, por ejemplo, solo sé balbucear un nombre que inicia con
una fricativa alveolar sorda y se siente
igual de suave
que su piel al tacto
ahora solo conozco las manos sudadas
los besos en la frente
los cariñitos en el cuello
las marcas en las muñecas
la sutileza de la fuerza de un hombre
un hombre
ahora reconozco el sabor de las estrellas que sobre él
son lunares son marcas, que sobre mí son cicatrices
son dudas son miedos
que le muestro y que observa con atención y sonríe y dice que no existen
pero son igual de visibles que las señales que hemos aprendido
a decodificar en nuestras miradas
ahora sé que el amor
(aunque no le llamemos así)
es ruido, que a veces se hace brutalmente en silencio
que el amor es dulce, líquido, que se parece a una
malteada, a un jugo de naranja un domingo
temprano por la mañana
a tirar accidentalmente un vaso
que se encontraba al pie de la cama y reír porque qué se
va a hacer si no reír de la misma manera
que se hace a las tres de la mañana
juntos de camino a casa
sin cantar las canciones que se quedan para siempre en la cabeza
después de escucharlas dos veces
la memoria no es tan mala después de todo
conozco a un hombre
solo a uno
que va por allí
con la boca y el mentón manchados de labial
un hombre que me deja usar sus playeras
un hombre que duerme con sus dedos entre mi cabello
qué otra cosa voy a respirar si no es la sal de las olas del suyo
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